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Tendencias almacenes de cadena. Colombia


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Sin plata no es lo mismo

Para bien o para mal es innegable que el dinero casi todo lo puede, es tal el poder del dinero que puede cambiar la moral o doblegarla aquí unos ejemplos:No es lo mismo ser un feo pobre a ser un feo rico. El dinero es mejor embellecedor más que el alcohol, a una persona con buenos recursos económicos comienza a florecer el cariño y las cualidades más inesperadas. Las orejas torcidas parecen invisibles a los ojos, como los ojos desorbitados y la giba de la nariz.

No es lo mismo ser un obeso pobre a un obeso rico. ¿Quién ha visto que alguno de los líderes que manejan el mundo tenga un cuerpo de gimnasio? Con plata nada importa la barriga y el exceso de grasa por todas partes del cuerpo.No es lo mismo es un decrepito pobre a un decrepito rico, la senectud con dinero es hermosa, las arrugas se rejuveneces ante los interesados ojos del admirador.No es lo mismo tener el pene pequeño pero tener plata a no tenerla. Esta frase sin palabras.Artículo recomendado sobre la película quien quiere ser millonario

No es lo mismo ser un homosexual pobre a ser un homosexual rico, es como si el dinero expiara las culpas de los “pecadores” que no siguen las “buenas costumbres” “A pesar de sus tendencias es tan buena gente, hace tantas donaciones y ayuda a los pobres.. Unas por otras nació así pero tiene otras cualidades”.No es lo mismo ser un bobo con plata que un bobo pobre.
En fin el dinero casi todo lo soluciona. 

Lo más importante en la vida

Lo más importante en la vida no es el dinero aunque es muy útil y necesario, tampoco es la belleza a pesar de los beneficios que genere, mucho menos es el estudio despreciar la satisfacción y bienestar que causa. Lo más importante en la vida es ser una buena persona y tener una gran capacidad para comunicarse con otras personas, para servir a la sociedad, para amar, enseñar y ser solidario con el prójimo, eso es lo realmente importante.

EL SÍNDROME DE NORMALIDAD


En un mundo de cambios vertiginosos, competitivo y con tan alto niveles de  exigencias con los resultados de las personas, ya nada es suficiente: ni el dinero devengado, ni las notas que se obtienen en el estudio, ni el tiempo, es como si ningún propósito logrado llevará al  bienestar y tranquilidad en la vida. Un sentimiento de inconformismo absoluto prolifera en las masas, un inconformismo no solo con lo que se tiene y se logra, sino además con lo que se es; un ejemplo es el culto obsesivo al cuerpo al que muchos aspiran convertir en el ejemplo que canonisa la sociedad; el de un estandarizado adonis, macho estero- ideado con músculos perfectos  y para las mujeres el de una ninfa, una sirena con las medidas más rigurosas e imposibles. De alguna manera aspirar a mejorar y obtener mejores resultados es positivo pero exacerbarse en tal idea es inadecuado y destructivo.

El inconformismo llevado al extremo genera una  preocupación compulsiva y enfermiza por el placer desenfrenado y libertino, como si ese fuera la respuesta a la insatisfacción personal,  y ha convertido las actitudes más bajas e indignantes para el ser humano en opciones de vida normales: normal consumir drogas, normal fumar, normal ser alcohólico, normal ser infiel, normal trabajar en la industria del sexo; lo que ha llevado a transformar todo en la vida, simplemente a una palabra, normalidad. Tal afirmación es principalmente  respuesta de las juventudes de hoy que ante cualquier   pregunta la contestación es “No, pues normal”, una contundente evidencia de  un sin sentido ante la vida, una lamentable  muestra de infelicidad, de afectividad plana, de incapacidad de juzgar y diferenciar  entre lo oportuno e inoportuno de los caminos de la existencia.También le puede interesar Sin plata no es lo mismo


Ese estado crónico de normalidad, de laxitud de criterio donde  otorgarles calificativos de bueno o malo a las estilos de vida, para muchos,  son solo prejuicios moralistas, intolerantes e irrespetuosos, de quienes si lo hacen,  sobre la diversidad de gustos de cada ser y su supuesto “libre desarrollo de la personalidad”. Enfatizo en supuesto porque tal desarrollo no es tan libre como se piensa ya que está manipulada por intereses de mafias e industrias legales que solo buscan el lucro a toda costa y sin ningún escrúpulo.
A pesar de los avances sorprendentes de la ciencia  que han ayudado mucho a la sociedad, hoy día contamos con más tecnología pero poco se evidencia proporcionalmente con el mejoramiento de la sensación de bienestar. Ni siquiera para  quienes se supone han obtenido el éxito porque son profesionales, tienen un buenos empleos, conformaron una familia y gozan de salud; la plenitud los cobijara, basta con echar un vistazo a los consultorios siquiátricos y de consejería con agendas copadas con pacientes, basta ver los índices de suicidios de nuestras ciudades y los índices de violencia intrafamiliar. Es como si la gran promesa del conocimiento, aunque importante, no fuera suficiente para encontrar la alegría y ese saborcito a la vida.

Este síndrome de normalidad ha generado para los que se oponen a ella, el nacimiento de movimientos o estrategias para re espiritualizar  y liberar el mundo, como la nueva era, la práctica del yoga y la meditación, el surgimiento de nuevas sectas, la supuesta canalización de seres de luz, la masificación del esoterismo, nuevas filosofías y tratamientos alternativos que al fin y al cabo se convierten en nuevos productos comerciales.
Sin embargo es medular la necesidad de volver a pensar sobre qué es y para que  la vida. Para Ortega y Gasset en su obra ¿Qué es filosofía? la vida es encontrarse en el mundo, y sí. Tal vez la tarea de cada persona es encontrar su esencia más profunda y cultivarse de la manera más sincera. Unos se encuentran en el arte o el deporte pero tomar tales caminos  lleva  al juzgamiento y la crítica negativa de quienes no comprenden esos destinos porqué “de que vas a vivir”. Para Ortega y Gasset el arte es una manifestación de una experiencia personal que sirve como fuente de conocimiento para un colectivo  y es de urgencia para la sociedad. Para mí, la vida es una ida en el tiempo a la que se le da forma, una ida sin sentido intrínseco pero que cada quién que quiera vivirla intensamente debe dotarla de sentido y valor.

Es la normalidad un camino pavimentado. El síndrome de normalidad está propagándose de manera preocupante que pareciera que la vida es algo que simplemente hay que sufrir, algo tan normal que ya no importa. La solución, vivir intensamente y con firmeza los propósitos para encontrar inspiración y así pasar de vivir “normal” a vivir de una manera extraordinaria.

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