Una imagen sin igual, un
atractivo sobresaliente entre la multitud, piel bronceada color caramelo con un
toque de brillo y la elasticidad tersa de la juventud, cuerpo delgado, cabello
rubio caoba y los más hechizante unos ojos de piedras preciosas que brillaban y
cambiaban de color con el ambiente; si hacía frío o calor, si llovía, tronaba o
estaba nublado; el color de sus ojos cambiaba de zafiro a esmeralda. Bernardo Labrador era un pequeñuelo de apenas quince años al que
no le cabía en su alma el orgullo y la petulancia de ser bonito, el único
defecto físico que tenía eran sus dientes cruzados y puntiagudos de canino.
Todas las mujeres adultas y jóvenes se enamoraban de él, más bien se enamoraban
de su belleza; se aguantaban sus groserías, sus escenas infantiles, sus burlas
y muchas cosas más. El estudiante de
quinto bachillerato del colegio cristiano Sales De Caridad fue expulsado
de la prestigiosa institución por llevar y consumir narcóticos solo para
sobresalir entre sus compañeros y llamar la atención. Su
madre una modelo de un artista que solo pintaba excentricidades se
caracterizaba por alcahuetear todos los caprichos del niño. Su padre no se
quedaba atrás; irresponsablemente le prestaba la avioneta, el yate, la
camioneta así el muchacho no tuviera la edad legalmente establecida para
conducir. Bernardo labrador gozaba de la suerte de sentirse el mejor, tenía una
personalidad narcisa y su orgullo solo
pudo ser golpeado con la cirugía mas vergonzante que a un hombre le podían practicar. La cirugía
era rutinaria y sin mayores complicaciones. Conocer la circuncisión a los
quince años, Bernardo Labrador no lo convirtió en una persona más humilde, ni
más modesta, ni mejor persona pero si fue un golpe en su ego que dejó una
huella de frustración en su vida. Bernardo Labrador creció y se convirtió en el
hombre más promiscuo del pueblo y del departamento y de la nación y del continente,
continúo mirando a la gente por encima del hombro, con sus ojos de lujo perfectos, simétricos, expresivos, seductores. Siguió con los negocios
familiares de distribuir harinas ya que nunca pudo ingresar a la educación
superior y tuvo muchos, muchos cachorritos.
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