por: Oscar Lopera
La asociación entre lectura y literatura es casi implícita en el imaginario social es decir, cuando se habla de leer muchos se imaginan al instante grandes obras de amor, novelas o cuentos; obras extensas, imposibles y con la dureza de un ladrillo. Sin negar las bondades estéticas de la literatura y su importancia; es una realidad que no todas las personas tienen la suficiente alfabetización para disfrutar de la literatura. Existen otras posibilidades creativas para disfrutar y entretenerse al leer. No sé puede afirmar que sólo la literatura se lee y tampoco caer en la exageración que todo se lee.
Los críticos intelectuales, maestros de las letras vociferan contra los best sellers y títulos de autoayuda, una postura radical y tajante de las autoridades en la materia en contra de lo que consideran la mayor expresión de la mediocridad y el engaño a los incautos consumidores de libros. Ellos como jueces sentencian lo que debería leerse y no solo eso, sino además de que manera “lea con diccionario, despacio, repita varias veces la lectura, en buena posición, etc.” Para muchos de estos decanos de las letras su talento y habilidad con la pluma se ha convertido en su propia arrogancia aunque muchas de sus posturas son fundamentada en la racionalidad.
No estoy en contra de la literatura como los radicales intelectuales lo están contra lo que consideran que no lo es. Indiscutiblemente son obras cargadas de un sentido artístico ingenioso y de un alto nivel intelectual por la que muchas han pasado el filtro del tiempo para convertirse en clásicos, es maravilloso que una experiencia subjetiva individual se convierta en una experiencia de importancia para un colectivo. Critico los argumentos intelectualistas tantos prestigiosos escritores que han decidido con su racionalidad y alto nivel cultural ordenar que se debe leer.
La crítica de los diversos escritores es un derecho necesario, opinar, reseñar lo que con argumentos es válido e importante tiene una acción formativa sin embargo no podemos perder la decisión de leer lo que nos genera curiosidad solo por la opinión de un experto en literatura.
Por otra parte considero que la lectura tiene diversos niveles de dificultad, entendiendo por ella niveles de comprensión variados; es decir, complejidad semántica y sintáctica, extensión, etc.Un lector debe conocer su “nivel lector” y empezar a entrenarlo es decir practicar, leer. Por ello un lector principiante puede comenzar leyendo textos cortos y “fáciles” y con el pasar del tiempo y los intereses personales aumentar la dificultad.
Cabe preguntarse si a mayor niveles de lectura de un país mayor desarrollo y progreso económico y por qué hay personas que disfrutan de la lectura y otras no ¿Es una cuestión personal, familiar, educativo, cultural, geográfico o político? Más importante aún ¿Debería instruirse que leer y la actividad lectora es una especie de secta que necesita un pastor o guía que ordena que leer?
Las lecturas no literarias pueden apoyar la cotidianidad de las personas sin que esto signifique necesariamente un beneficio económico. Es decir un deportista que quiera profundizar en su técnica o metodología de entrenamiento así no sea para la competencia simplemente porque quiera comprender de mejor manera lo que hace y disfruta. Un músico que quiere conocer teoría sobre la armonía o un aficionado a los carros que quiere conocer sobre mecánica no necesariamente porque sea su trabajo sino por simple gusto.
Como en la música la infructuosa pelea entre la música clásica y lo popular. No debe haber una batalla entre la literatura y los textos que no son considerados como tales. En general en las artes se da una batalla por definir realmente qué es lo bello y que no lo es. Qué es la buena literatura, la buena música, la buena pintura, la buena danza, el buen teatro. Como ejemplo la crítica que se le hace al arte contemporáneo que para muchos más que arte son excentricidades que se venden por millones de dólares o los criticados besteseller de los cuales muchos son juzgados por su mediocridad aunque generan millones de dólares en ventas. indiferente de la calidad de esos libros cabe la pregunta ¿Por qué gustan tanto? ¿Cual es su valor? ¿Qué generan en los lectores? ¿Se deben estigmatizar los lectores de ese tipo de libros? ¿Tiene asidero su mala fama? ¿Es falta de cultura del lector?
El arte de nuestros días genera músicos que no tocan sus instrumentos en escena, actores que parecen que no actúan, las instalaciones que se destruyen luego de la exposición o libros con historias absurdas que sorprenden más por la idiotez que la creatividad, elogiando el morbo y la chabacanería. Así la velocidad y el dinamismo de nuestras sociedades actuales no solo lleva a la obsolescencia de la información y el conocimiento sino también a la fugacidad del arte.
Al respecto Zygtmun Bauman en su ingeniosa y rentable teoría de la modernidad líquida hace una crítica a la cotidianidad y al consumo no como una forma de comprar para acumular sino de comprar para deshechar.
Según Bauman la modernidad nos promete la felicidad infinita pero en el camino hasta ella necesitamos consumir productos y servicios para estar un paso más cerca de ese destino. Sin embargo la felicidad es un camino sin llegada pero siempre existirán productos que nos prometen estar más cerca de ella así sea un milímetro.
Esa misma promesa se le ha otorgado a la lectura pues se considera que con ella se adquirirá mayor conocimiento y a mayor conocimiento mayor progreso, mayor desarrollo y bienestar y por ende mayor felicidad. Y como la promesa que describe Bauman y para desilusión de muchos la felicidad es un camino de muchas estaciones pero sin ninguna llegada pues siempre habrá un libro que ofrecerá un conocimiento que promete acercarnos a esa utopía de la felicidad, una nueva teoría, tesis, postulado, innovación y desarrollo. Siempre habrá una pregunta, un problema.
Sea desde un perspectiva económica, política, pedagógica, nadie niega la importancia de leer y esa acción suele ser vista de forma exagerada como acción formativa, adoctrinadora, emancipadora, humanizadora, satisfactoria y placentera. Pero leer es también una acción subversiva que altera el orden mental y la estructura del pensamiento y no solo forma sino que deforma los imaginarios y representaciones del mundo. Leer no solo puede ser placentero sino molesto, agobiante, fastidioso y una experiencia que confronta , refuerza y destruye los conocimientos del lector.
Lo más importante en el momento de leer es disfrutar la lectura, indiferente si es literatura u otro tipo, para disfrutar la lectura hay que entenderla y para entenderla hay que amarla, pero amar la lectura es necesario leer con toda nuestra inteligencia y nuestros sentidos. Además los lectores tienen el derecho de leer lo que quieran como quieran, donde lo deseen y de la forma que se les antoje también tienen la responsabilidad de generar criterio para seleccionar lo que leen. Ese criterio y gusto se desarrolla con la práctica deliberada de la misma.
Leer es un encuentro con la intimidad. Indiferente si es literatura o cualquier otra cosa, cada lectura es un mundo y cada individuo también lo es, por eso es necesario dejarse invadir por los abundantes contenidos que poseen los libros ya que al permitirlo es una oportunidad para desarrollar la sensibilidad.
Explorar otras lecturas así no sean literarias es explorar nuevos ámbitos del conocimiento sin caer en el discurso academicista y político sobre el conocimiento, sólo leer para que nos guste más lo que nos gusta, para poder disfrutar del propio mundo y cultivar las potenciales o para nada en espacial solo por hacerlo.
El célebre activista y pedagogo Paulo freire escribió alguna vez “Nadie se educa solo ni nadie educa a otro, la educación es una relación entre las personas y el mundo”. En este sentido puedo afirmar que nadie se forma como lector ni nadie forma a otro como lector, la formación del lector se da en su relación con los otros, con sí mismo y con el mundo. Mediante esa formación los lectores se vuelven más exigentes con los libros y pueden discernir entre obras de mayor calidad,creatividad y valor informativo. En conclusión lo importante es que el lector sea consciente de lo que lee y se forme para que trascienda su experiencia, gusto y relación con los textos. Que sea consciente de su actividad lectora tanto si es activa (lectura constante en el tiempo) o pasiva (lectura esporádica) reflexione sobre sus lecturas y propósitos.
Bibliografía
FREIRE, Paulo. La importancia de leer y el acto de liberación. México: Siglo XXI Editores, 1997. 176 p
D.P PATTANAYAK. La cultura escrita: un instrumento de opresión. En: Cultura escrita y oralidad. Barcelona: Gedisa, 1995
HAVELOCK, Eric. La ecuación oral-escrito: una fórmula para la mentalidad moderna. En: OLSON, David R. y TORRANCE, Nancy, comp. Barcelona: Gedisa. 1995;
ARGÜELLES, Juan Domingo. El problema. Pontífices de la lectura. En: ______________. Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura: la utopía y el imperativo de leer. México: Océano, 2008. p. 222-230.
FARR, Robert M. Las representaciones sociales. En: MOSCOVICI, Serge. Psicología social. Pensamiento y vida social II. Barcelona: Paidós, 1988. p. 495-506.
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