No vale la pena estudiar música

No vale la pena estudiar música, ni prepararse para ser exitoso por lo menos eso es lo que nos enseñan experiencias de personajes de la historia y la actualidad. 

Por ejemplo  lo que enseña el mal llamado cantante Maluma es que para ser un ganador en la música no hay que estudiar ni tampoco saber cantar, ni saber hablar, solo se necesita ser estrafalario y escandaloso, seductor y lanzar sonrisitas por doquier.  
¿Qué pensarán los estudiantes y egresados de los conservatorios y facultades de música del país? No es envidia pero que decepción tan grande ver como alguien se acaudala de dinero con esa chabacanería que trilla en lo grotesco. 

No hay comparación entre las horas de estudio y la exigencia en la carrera de música, sea vocal o instrumental, ni comparación en la calidad estética del arte. Para triunfar no se necesita ser experto, lo que se necesita es ser sexy (ya sea hombre o mujer)  y hacer miradas pícaras y seductoras, tener ropa cara y tatuajes; por lo menos ese es el mensaje que recibe el mundo con esos personajes. 

Lo que menos importa es el talento y la preparación además ¿Para qué se necesita eso? Otro caso tristemente célebre para la cultura en decadencia o llevada al más bajo nivel de deterioro y obscenidad en Colombia es el caso de Pipe Bueno que para las damas puede ser un símbolo de virilidad pero que su voz impotente y delgada, casi tan delgada como el hilo dental, es solo otro ejemplo de una gran estrategia de mercadeo y un mediocre trabajo vocal. Hay varios casos como Gioavanny Ayala y muchos más.

Hay que reconocer el éxito de los “cantantes” de música popular con el público, algo habrán hecho bien, pero como en el cine no siempre las películas más taquilleras son las mejores, en la música; los cantantes más famosos y escuchados, mucho menos que los son. ¿Para qué esforzarse? ¿Para qué prepararse por ser el mejor? ¿Para qué la perseverancia y el sacrificio en tiempo y dinero? Si otro con supuesto “talento” musical brindado por una divinidad incomprobada, gana.

La música académica no debe de ir contra la música popular y viceversa, ambas tienen un valor cultural sin embargo la segunda  por ser popular no justifica la mediocridad interpretativa.


Decepcionado me atrevo a afirmar que no vale la pena estudiar música, más sino es por simple satisfacción personal; poco valdrán las horas de estudio de interpretación, solfeo, armonía, estructuras de la música, entrenamiento auditivo, etc. Lo que si valdrá es ser naturalmente “bonito”, carismático, atlético,  vulgar, escandaloso, tener aretes y tatuajes, exhibir el cuerpo, besar a un fan, pelear con alguien, tomar alcohol en un show (¿Qué pensaría su jefe si mientras trabaja usted consume licor?) o cualquier otra cosa que nada tenga que ver con el respeto que merece la música. Estar afinado es una cuestión secundaria o sin importancia, lo importante es vender y no necesariamente la voz, sino un personaje al que se evalúa más que su capacidad técnica, interpretativa y estilística; sino su carisma. 

A pesar de la decepción la pasión y respeto por la música siempre será más grande y motivadora para continuar el arduo camino del artista. 

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